Rezar por nuestros muertos

Rezar por nuestros muertos nos consuela y permite seguir adelante, aunque el ser amado ya esta en presencia de Dios podemos pedir por él con cualquiera de las siguientes oraciones.

“Si para recobrar lo recobrado,
debí perder primero lo perdido.
Si para conseguir lo conseguido,
tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado,
fue menester haber estado herido.
Tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado,
que no se goza bien de lo gozado,
sino después de haber padecido.
Porque después de todo he comprendido,
que lo que el árbol tiene de florido,
viene de lo que tiene sepultado”.
Santa Teresa

«Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí ante el altar del Señor»
(Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte.)
San Agustín
Confesiones, IX, 11

¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos! Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos; Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más tierno de los cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto; Tú, ¡oh Jesús! que te compadeciste del luto de un hogar deshecho y de corazones que en él gemían sin consuelo; Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas. Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida, por la perdida de aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso. ¡Míralas, Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma, para que la purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto antes al cielo, si aún no te goza en él! ¡Míralas, Señor, para que nos des fortaleza, paciencia, conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma! ¡Míralas, oh dulce, oh pidadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño, y ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a Ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón. Amén.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilatos y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el Rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la Cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de Cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Oración por un familiar fallecido.

Dios mío, te llevaste a la persona que más amaba en este mundo; me privaste de ella para siempre: pero si lo dispusiste de esta manera, cúmplase en todo tu santísima voluntad así sobre él (ella) como sobre mí. El grande consuelo que me queda, es la esperanza de que lo (la) recibiste en el seno de tu misericordia y que te dignarás algún día unirme con él (ella). Si la entera satisfacción de sus pecados la detiene aún en las penas sin que haya ido todavía a unirse contigo yo te ofrezco, para que logre su salvación, cambiar mi mala conducta, hacer caridades a favor de los más necesitados y confesar mis pecados para comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

¡Arbitro supremo de nuestra suerte, dueño absoluto de nuestro destino! Dispón soberanamente de nosotros y de nuestros días, no somos de nosotros mismos, sino de Ti; no has hecho sino tomar lo que te pertenecía y nos prestaste por algún tiempo. Sean benditas y adoradas las disposiciones de tu Providencia.

Esta muerte que me hace derramar tantas lágrimas debe producir en mí un efecto más sólido y saludable; ella misma me advierte que llegará mi hora que debo prepararme sin tardanza y estar dispuesto en todos los instantes de mi vida; permite ¡Oh Dios de bondad! Que cuando llegue mi último momento, me encuentre en estado de gracia, para poder presentarme delante de ti y reunirme con la persona que he perdido para bendecirte y alabarte eternamente con él (ella). Amén.

ORACIÓN DE ENCOMENDACIÓN DEL ALMA A CRISTO

Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a) … (decir su nombre) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra.

Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras.

Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados pasados ni de los excesos a que la llevó el ímpetu o ardor de la concupiscencia.

Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo todo.

Oración por los Familiares en el Purgatorio

¡Oh Buen Jesús!
El dolor y sufrimiento de los demás conmovía siempre tu corazón.
Mira con piedad las almas de mis queridos familiares del Purgatorio.
Oye mi clamor de compasión por ellos y haz que aquellos a quienes separaste de nuestros hogares y corazones disfruten pronto del descanso eterno en el hogar de tu amor en el cielo.

Amen.