Es en el dia de la comunión cuando nuestros hijos dan un gran paso, para ello debemos prepararlos adecuadamente y debes saber las siguientes oraciones:
Antes de la comunión
Dios mío, ayúdame a hacer una buena Comunión; María, Madre mía, Santo Angel de mi Guarda, preparen mi corazón para recibir a Dios.
Yo CREO firmemente, Jesús mío, porque Tú lo has dicho, que estás realmente presente en la Hostia Consagrada y que, al comulgar, voy a recibir tu Cuerpo, tu Sangre. tu Alma y tu Divinidad.
¡Cómo es posible, Señor, que Tú, el Rey de los Cielos y tierra, quieras venir a esta POBRE CRIATURA, más despreciable aún por haber pecado!
Pero Yo ME ARREPIENTO, Jesús mío, de todo corazón de mis pecados, porque te han ofendido a ti, que eres tan bueno y digno de ser amado; y propongo firmemente con tu divina ayuda, no volverlos a cometer y amarte cada día más y recibirte cada vez con más devoción y más frecuentemente; pues sé bien, Dios mío, que sólo en la Comunión encontraré la ayuda que necesito para ser bueno y aumentar en santidad como Tú lo quieres.
Ahora, Jesús mío, ven a mi corazón que ardientemente DESEA recibirte, unirse íntimamente contigo y ya nunca más separarse de Ti.
A la hora de la comunión
Al abrir el Sacerdote el Sagrario.
REZAR: El yo Pecador.
Al levantar el Sacerdote la Forma.
«Señor mío y Dios mio».
Señor, yo no soy digno de que vengas a mi, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma.
Antes que llegue la Comunión.
(Si hay tiempo para ello, puede repetirse el «Señor mío Jesucristo» y la oración para antes de la Comunión).
En el momento de comulgar.
«El Cuerpo de N.; S. J. guarde mi alma para la vida eterna».
Acabando de comulgar.
(Profundo acto de adoración en el que desde lo íntimo del corazón se adora a Dios).
Después de la comunión
«Yo te ADORO, Señor mío Jesucristo, presente en mi corazón y en mi alma; en este momento soy como un relicario viviente tuyo y así quiero conservarme siempre.
Te AMO sobre todas las cosas; si algún día he de ofenderte y apartarme de Ti, prefiero que en este mismo momento me mandes la muerte.
Te doy GRACIAS con todo mi corazón porque te hayas dignado venir hoy a mí sin que yo lo merezca.
Sé que Tú has venido a mi corazón para darme fuerzas para no caer en pecado, para ser bueno, para volverme Santo si yo así lo quiero; sí lo quiero, Señor, sí lo quiero; hazme Santo, hazme Santo; y como para ello necesito comulgar frecuentemente y bien, te PIDO, Señor, que me des hambre de este Pan, que yo te PROMETO recibir frecuentemente y cada día con más devoción.